Absorto
1940,
Yamato, humillado por su mujer, Aiko,
decide emprender un viaje en tren
desde la Estación
de Ajikawaguchi en Osaka hacia
los 5 lagos, los paisajes le parecían monótonos, ante él, la blancura de la
nieve, todo parecía estar quieto, no existía bullicio más que el de su memoria
atormentada por la figura del amante y su mujer desnudos.
¿No
pudo esperar su regreso?, sólo serían 3 meses fuera del hogar por trabajo.
Oliscando
en el aire el humo a través de la ventanilla del carro tras la locomotora,
pensaba en su regreso y su venganza, el
calor invadió su cuerpo, sus pies sudaban calientes, el ardor confundió sus
pensamientos volviéndose más agresivos hacia el amante, ¿por qué el odio no envenenaba
a su mujer?, ¿por qué no podía imaginar
desollando su piel?
Esto
atormentaba a Yamato que sólo buscaba muerte y venganza para ambos, teñiría de
rojo las blancas sábanas dónde él dormía con su esposa.
El
paisaje se negaba a avanzar o él estaba demasiado sumido en sus negros
pensamientos, ignorando las campanas del tren que anuncian su partida y luego
el silbato para abordar, pero el silbato estaba ausente.
La
ira creció borrando todos sus sentidos, brotaron lágrimas contenidas que se
habían fijado a sus ojos desde aquella
nauseabunda escena, pero, se evaporaron
y sintió como se le caía la piel, su cabello, se le ampollaban brazos y
piernas, llegó a creer que se
transformaba en un demonio por el odio, más, absorto en el dolor del alma, no se
daba cuenta que el tren se incendiaba y que nunca salió de la estación de
Ajikawaguchi.
Lo
último que vio fue su carne caer hasta que se veían sus huesos, ese Enero de 1940 murieron 189 personas a
bordo, él fue una de las víctimas.